martes, 17 de noviembre de 2015

He tenido que dejar reposar en mi corazón los acontecimientos horribles que hemos vivido este fin de semana. Los atentados de París han puesto de nuevo en la cuerda floja los principios y los valores en los que se asienta la sociedad. Volvemos al ojo por ojo, al miedo, a la violencia gratuita. 
Los medios de comunicación nos asaltan con las estremecedoras imágenes de aquellos sucesos creando en nosotros un odio molesto contra todos los distintos y por tanto también contra nosotros mismos (porque también somos distintos desde el punto de vista de los otros).
Si algo he aprendido estos años en los que me ha tocado reconciliarme con mi cuerpo y con la enfermedad, es que con resentimiento y miedo no se consigue nada, solo acrecentar el tumor. La violencia es un tumor y es nuestra decisión alimentarlo y hacerlo más grande o tratar de aminorarlo con nuestra sangre alcalina. 
Afrontemos el reto, pongámonos una sonrisa y desde la serenidad demos ejemplo, con nuestro día a día, que el amor y la tolerancia es el pasaporte para la PAZ. Estoy segura que con estas actitudes seremos luz para muchos.